viernes, 9 de diciembre de 2011

Días raros


Días como los de hoy, extraños, días sin alma; sí  como cuando amaneces y sientes la ausencia de ésta, y sabes que es así porque con ella se va tu yo interior, con ella se marchan las sonrisas, el brillo en tu mirada y la verdadera esencia de lo que te hace sensible, un vacío inunda tu interior, ahora no eres más que materia. Tus pasos te acompañan sin dirección alguna, tan solo la cruda rutina es lo que te mantiene en pie, ahí, como un robot activado.

Días en los que, al parecer crees sentir mil cosas y a la vez no, todo y nada, la coherencia se escapa, y puedes ver como todo pasa a tu alrededor sin que muchos noten tu ausencia.

Quiero decirlo todo y a la vez nada, si tan solo en una sola palabra pudiera explicarlo todo y que notaran en un reflejo de mis ojos todas esas imágenes que se hacinan en mi cabeza y me abruman,  y lo peor, los silenciosos vacios que dicen más que mil palabras. Palabras que dicen poco, silencios que dicen mucho.

Luna traicionera.

Cansada de mirar al cielo en busca de una luz, en busca de esperanza, imaginando un nuevo amanecer en donde todo estará mejor, y pienso que todo es pasajero y creo sentir que todo está bien, sonrío y sigo mi camino, pero solo he vivido de apariencias, el mayor engaño de mi vida, engañarme crudamente a mi misma, ilusa al creer que en serio llegaría esa lucecita a iluminar mi senda, sonrisas de apariencia que solo esconden  el llanto y dolor en mi interior.
Y así, recuerdo que solía encantarme sentirme abrigada por la luz de la luna y hablar con mi mejor amiga, ahora es ella una traicionera, sí, la luna, quien deja al descubierto todo mi interior y me pone patéticamente susceptible, La noche revela lo que la luz del día ha sabido ocultar.